Durante 2011 hice una capacitación sobre Terrorismo de estado donde se abordaban más de veinte preguntas que podríamos responder después de ese curso que había ofrecido el Ministerio de Educación de la Nación. Al finalizar había que proponer un trabajo que incluyera los temas aprendidos y cómo pensábamos compartirlos con nuestros alumnos. Se me ocurrió invitar a Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba y para eso debimos preparar a todos los cursos de la escuela para que supieran quienes venían y qué habían hecho. Vimos videos como: “Quién soy?” que produjo Abuelas, donde se recreaban varios testimonios de nietos recuperados.
Parte de la preparación fue consultar a cada familia-mediante dos preguntas-para hallar la relación entre lo que pasó en el país en aquella trágica etapa y la vida del pueblo.
Las preguntas eran:
1) Recuerda algún hecho personal relacionado con la dictadura del 76 y el pueblo.
2) En San Javier pasó algo durante la dictadura?
Las respuestas que trajeron eran negativas: no pasó nada. Sólo una alumna trajo, de los recuerdos de su padre, el dato de que enterraron en el cementerio de San Javier a una chica que fue muerta en otro lugar. Nos dio el nombre y mencionó que la tumba de esa chica era muy especial porque estaba llena de cactus. Una compañera docente fue otro día al cementerio y halló la tumba y nos contó que tenía una cruz donde estaba el nombre.
En 2015 logramos que la Municipalidad pagara la elaboración y autorizara la colocación de dos placas que un artesano de mayólica de San Javier haría y que serían puestas en la entrada del cementerio y en la tapia que hay detrás de la tumba de Anita Ahumada. Cada placa decía: Aquí descansa Ana María Ahumada, víctima de terrorismo de estado de 1976 y en la otra dice: en este cementerio descansa una víctima del terrorismo de estado de 1976. Estaba programado colocar cada placa el día 24 de marzo, como actividad de la Semana de la Memoria que se había organizado a nivel del valle de Traslasierra. Ese día llovía intensamente por lo que a las 17 horas- horario del encuentro en el cementerio- no se podía pensar en pegar las placas. Nadie sabía dónde estaba la tumba y comenzamos a buscarla amparados de a dos o tres bajo un paraguas.
Recorrimos todo el cementerio y no hallamos la tumba y los cactus o la cruz con su nombre.
Esa actividad quedó para hacerse al año siguiente, un 24 de marzo, pero por distintos motivos no se hizo. Ese día nos juntamos en la plaza del pueblo y por primera vez alguien consiguió una foto de Ana María Ahumada de sus últimos años porque increíblemente la Comisión de la memoria de Traslasierra solo había podido encontrar una foto de Anita niña. Desde ese día de 2016 conocimos su rostro. También comprendimos que ese año se cumplirían 40 años de su muerte acaecida el 1 de junio de 1976. Acordamos hacer un homenaje en ese día. Comenté el proyecto en los cursos buscando ayudantes y un alumno comentó que por el apellido tal vez su padre supiera algo. Y así fue: trajo la novedad de que su papá estuvo en el entierro de Anita porque son parientes por parte de sus abuelos y que le había comentado que le contaron que había sido acribillada.
Alguien comentó después que la madre de Anita era enfermera en un hospital de Córdoba en aquel tiempo. Que se presentó una amiga pidiéndole que le permitiera mirar a los muertos que hubiese en la morgue del hospital porque era una forma de hallar a los desaparecidos. Cuentan que fueron juntas y a quien hallaron fue a Anita. Su sobrino Mauricio comentó diferente el hecho: salió en el diario sobre un “enfrentamiento” entre fuerzas de seguridad y subversivos y que allí figuraba el nombre de Anita. Que fue el padre de Mauricio quien la reconoció en la morgue ya que los demás familiares no se atrevían a ver semejante cuadro.
Para el 1 de junio de 2016 programamos con varios alumnos de segundo año ir a ver la tumba y ver qué se podía hacer. Los cactus sobrepasaban la tumba que estaba sobre la tierra, adornada con esquinas de ladrillos y llegaba hasta los pasillos que la separaban de las otras tumbas vecinas.
Pensamos en podar un poco esos cactus y extraer bolsa de nylon que se habían encajado en las espinas. Hicimos eso y le pedimos a la municipalidad que limpiara el lugar. Sacamos la cruz porque era de madera y estaba podrida en la parte de abajo. A la cruz le agregamos madera, barnizamos ese material y pulimos la placa de bronce que dice: “Tierra: se leve con ella porque fue breve su paso por ti”.
Los trabajadores de la municipalidad entendieron que había que sacar los cactus y no entendieron lo que en realidad dijimos: que debía sacar los cactus ya cortados que estaban como basura al costado. Por ese malentendido la tumba quedó sin nada, muy desolada, por lo que fue necesario solicitar a todos los que concurrieran al homenaje que trajeran nuevas plantas.
Aparte habíamos conseguido el teléfono de uno de sus hermanos (Anita tenía dos hermanos de padre y madre: Alicia y Jorge) y tiene otros de su padre y otra esposa. Jorge prometió asistir al homenaje. Ese día llovía intensamente por lo que éramos no más de diez personas en el cementerio. Nadie conocía a Jorge. De pronto alguien vino caminando hacia los que estábamos cerca de la tumba y se apoyó unos metros antes de llegar en otra tumba de varios nichos y quedó allí.
Me acerqué a preguntarle si venía al homenaje y comprobé que estaba llorando. Le pregunte si era el hermano de Anita y confirmó que no venía desde hacía 40 años a este lugar. Nos emocionó su emoción. Sentíamos que estaba haciendo el duelo largamente postergado. Afuera le hicimos una entrevista. Entre sus dichos comentó que no hacía mucho tiempo que se enteraron que Anita no participó de un enfrentamiento armado, como siempre creyeron, sino que le aseguraron que había sido asesinada. Agradeció lo que hacíamos por ella porque sentía que lo merecía, porque había sido una buena persona, que no mereció este fin. Por esos días publicamos en las redes fotos del homenaje y este escrito:
Miércoles de junio en Traslasierra, lloviznando.
Día gris, adecuado para recordar-por la tristeza que tienen los días grises-a alguien que partió de este mundo, trágicamente.
Muchos de los presentes nunca conocimos a Anita Ahumada, pero compartimos lo que simboliza ella junto a otros treinta mil argentinos: la injusticia del arrebato de una vida con sueños por el solo hecho de poseerlos.
En el cementerio de San Javier su tumba destacaba hasta hoy porque estaba cubierta de plantas con pencas que alguien querido alguna vez plantó. Una cruz de madera con una placa de bronce donde reza una frase que la contiene:” Anita…tierra se leve con ella porque fue muy breve su paso por ti”. Y es así: Anita tenía 26 años cuando fue cruelmente muerta en un “enfrentamiento fraguado” y que después hemos comprendido eran fusilamientos que el terrorismo de estado realizaba.
Hoy participamos en el día en que se cumplían 40 años de su desaparición física y su hermano Jorge estuvo presente. No había vuelto a este lugar desde hace cuarenta años. Se acercó tímidamente y cuando estuvo cerca de la tumba se volvió, como para irse. Sucede que el dolor volvió a repetirse. Hizo coraje y retorno y ahí estuvimos los presentes para abrazarlo y llorar con él. ¿Qué otra cosa nos cabe a todos los que sentimos como propio el dolor de cada compatriota que pasó por esto?
Anita hoy tuvo su cuota de valoración como joven idealista que lucho porque tuviésemos un mundo mejor. El espacio que ocupa en el cementerio se convierte desde hoy en un espacio de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Tiempo después viajé a Unquillo por otro motivo y en mitad de un almuerzo alguien nombró a los Ahumada y comprobé que hablaban de un sobrino de Anita que vivía allí y que habíamos contactado por teléfono. Nos había dicho que si pasábamos por Unquillo lo viéramos porque él no visitaba seguido Traslasierra. Estaba yo allí, había que conseguir su teléfono para lograr esa entrevista. Como no pudimos localizar el teléfono mi amiga nos llevó a su casa. Mauricio estaba por salir al dique a pasar la tarde y nos invitó-luego de las presentaciones- a que fuéramos juntos y conversáramos del tema, aunque anticipó que no sabía mucho porque él era muy niño cuando sucedió lo de su tía. Ya en la playa del dique nos contó que la última vez que la vieron fue en Misiones, donde los padres de Mauricio (su madre es Alicia Ahumada) vivían. Sabe que le pidieron que no volviera a Córdoba por todo lo que estaba pasando en el país y dicen que ella respondió: “Esta es mi tierra, esta es mi casa” y optó por la resistencia.
Para el 24 de marzo de 2017 programamos realizar-dentro de la Semana de actividades de la Memoria en Traslasierra- un mural en el cementerio de San Javier en homenaje a Ana María Ahumada. Fuimos a ver qué dimensión debía tener el mural y ahí comprobamos que la placa que habíamos pegado en la entrada del cementerio no estaba. Con las alumnas que fuimos rastreamos el cementerio buscándola: tachos de basura, escombros…al fin ellas la vieron: estaba rota en medio de un nicho destruido y con escombros alrededor. Al evaluarla deducimos que alguien le tiro una piedra y la rompió en medio e hizo que se cayera. Ese alguien fue quien la escondió en el nicho.
Comentamos el hecho en los distintos cursos de la escuela y una alumna del último curso prometió hacer la placa nuevamente. Y esa es la idea: a quienes nos propongan olvido…les responderemos una y otra vez con memoria.
El día de realización del mural fue un día de sol intenso donde nos reunimos algunos integrantes de la Comisión de la Memoria con estudiantes de los secundarios de Villa de Las Rosas, El Trigal, Nono y de San Javier para esbozar su rostro, frases y flores. Antes la municipalidad de San Javier había revocado la pared que tiene como fondo la tumba de Anita y había posibilitado la compra de plantines de flores para la tierra que enmarca el lugar donde está enterrada. Fue una tarde de mates y trabajo compartido y al final hubo fotos que atestiguan la alegría que tuvimos de convertir a este sitio en otro espacio de la memoria. Para que no se olvide, para que los que no supieron: se enteren.
Don Martín López es quien en la actualidad cobra la entrada a los autos que vienen a pasear a Las Tres Cascadas, un lugar turístico que esta por el camino de tierra que lleva a La Cumbre desde Ascochinga. Le pregunté si era nativo del lugar, como respondió que sí le dije si alguna vez había oído hablar de que por esa zona habían matado a “subversivos” y señaló hacia las Cascadas y dijo:” ahí”. Comentaban que habían hallado a unos extremistas alojados o acampando en la casa que hay cerca, entre el ingreso y las Cascadas. El jefe de aeronáutica de aquella época hizo un comentario como que en el hecho participó Gendarmería. El no pregunto. Después del golpe María Estela Martínez de Perón fue presa en Ascochinga por unos 40 días, en el Hotel Gol. Por esa razón se cerró el camino, de Jesús María, pasando La Paz y para La Granja no pasaba nadie. Su esposa tenía que pasar por ahí para la escuela donde trabajaba y él como proveedor que le vendía a las Fuerzas Armadas lo podían hacer con un pase que los autorizaba a cruzar por caminos que no transitaba nadie. Como él era conocido por ser peronista lo sabían cargar diciéndole “Che, ahí está la tuya”, refiriéndose a Isabelita. En ese entonces a Gendarmería se la tenía como si fuera el basurero, como los que hacían los trabajos sucios. Eran de segunda para las Fuerzas Armadas. Se comentó que había unos jóvenes que estaban acampando en la zona de las Tres cascadas. Pero en esos tiempos nadie preguntaba y nadie se metía porque se sabía de allanamientos
El hace un comentario que supo que las organizaciones guerrilleras “armaban parejas”, que en la realidad no lo eran, pero figuraban para el resto como si lo fueran para realizar determinadas tareas, eso fue a colación de que dije que allí había sido muerta Ana María Ahumada y su esposo Rodolfo Ponce de quien la familia Ahumada nada sabía
Curiosamente ningún vecino oyó tiros aquella vez. Él pensaba que tal vez los mataron en otro lugar y los trajeron aquí. Tenía información que eran chicas y muchachos: tres o cuatro. Nunca antes alguien le había preguntado del hecho hasta ahora. Una sola vez vio que un auto que entró, bajó con mujeres grandes que llevaban un ramo de flores. El vio que bajaron hacia las Cascadas y luego volvieron sin el ramo. Fue a mirar si lo habían dejado en algún lugar en particular y no halló nada, por lo que pensó que lo arrojaron al rio. No se animó a preguntarles nada, pero las vio acongojadas.
“El comandante del III Cuerpo de Ejército, comunica a la población que en el día de la fecha (1 de junio de 1976), siendo las 3.30 hs se detectó, por información de pobladores de la zona, un campamento de delincuentes subversivos en la zona de Las tres Cascadas, ubicado en el camino a Ascochinga-La Cumbre, provincia de Córdoba-. Intervino en la acción personal perteneciente a Gendarmería Nacional con asiento en Jesús María. Al ser detectado el grupo extremista e intimidarse rendición, por las fuerzas legales, los delincuentes subversivos abrieron el fuego originándose un intenso tiroteo, cuyo resultado fue la muerte de ocho delincuentes, cuatro de ellos del sexo femenino. Los mismos aún no han sido identificados. Se logró secuestrar armas, municiones, equipo y documentación. Se continúa rastrillando la zona en búsqueda de los delincuentes que pueden haber huido. Las tropas de gendarmería Nacional que intervinieron en la acción no sufrieron bajas”
Ampliando el comunicado en el día de la fecha (1 jun 76) referido a la… de delincuentes en la zona de Tres cascadas (provincia de Córdoba) donde se abatió a 8 extremistas, el comandante del tercer cuerpo de Ejército informa que ha podido comprobarse, luego de un análisis de la documentación secuestrada que organizaban actividades de instrucción militar y adoctrinamiento político y los delincuentes pertenecían a la organización declarada ilegal en 1973. De los elementos subversivos muertos, se logró identificar a José Gómez, quien sería el jefe del grupo. Se secuestró dos carabinas calibre 22 largo, una pistola 11 25 mm, una pistola 22 largo Ballester Molina, un revolver calibre 38 largo, un revolver calibre 38 corto, un revolver calibre 22 largo, una escopeta calibre 16, abundante munición para las armas enumeradas, además un uniforme de la policía de la provincia, una mochila, dos carpas, elementos varios para cocina, víveres y prendas de vestir de ambos sexos.
La documentación hallada, era de neta corte subversiva y referida a la organización declarada fuera de la ley en 1973.
Fuente:” La Voz del Interior, miércoles 2 de junio de 1976”
El día 1 de Junio del año 1976, en horas de la madrugada, Adriana Ruth Gelbspan, José Guillermo Gómez, Ana María Ahumada, Rodolfo Alberto Ponce, Isabel Mercedes Burgos de Luna, Hermenegildo Alfonso Cuenca, Alicia Esther Heredia, y Santiago Alberto Pereyra, fueron retirados del campo de detención La Perla, para luego ser asesinados por los integrantes del Grupo de Operaciones Especiales (O.P. 3) mencionados -con excepción de Carlos Alberto Díaz-, siendo dicho proceder disimulado bajo la apariencia de un presunto enfrentamiento, entre personal de Gendarmería Nacional y elementos subversivos en la zona serrana de Ascochinga, en esta provincia. La planificación, diseño, supervisión y suministro de recursos materiales necesarios para la perpetración del accionar precedentemente descripto y para asegurar su impunidad, estuvo a cargo, de Luciano Benjamín Menéndez, Comandante del III° Cuerpo de Ejército y Jefe del Área 311 creada con el específico objetivo de reprimir la subversión, Raúl Eduardo Fierro (como Jefe de Inteligencia –G2-del Estado Mayor de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada), Hermes Oscar Rodríguez, segundo Jefe del Destacamento de Inteligencia 141 y Luis Gustavo Diedrichs, Jefe de la 1° Sección de Ejecución del Destacamento a la que se encontraba subordinada jerárquicamente la Tercera Sección. –
Acerca de los homicidios de los que habrían sido víctimas Isabel Mercedes Burgos de Luna, José Guillermo Gómez, Ana María Ahumada, Rodolfo Alberto Ponce, Adriana Ruth Gelbspan, Santiago Alberto Pereyra, Hermenegildo Alfonso Cuenca y Alicia Ester Heredia. Al respecto, corresponde mencionar en primer lugar las constancias de fs. 249 del libro de registro de entradas y salidas de la Morgue Judicial del Hospital San Roque correspondiente a mayo-junio del año 1976 (fs. 1265), en el cual consta el ingreso de los cuerpos sin vida, en forma sucesiva de Hermenegildo Alfonso Cuenca, Santiago Alberto Pereyra, José Guillermo Gómez, Ana María Ahumada, Adriana Ruth Gelbspan, Rodolfo Alberto Ponce, Mercedes Burgos de Luna y Alicia Esther Heredia. Siendo la causa del fallecimiento en todos los casos lesiones producidas por heridas de balas.- Asimismo, contamos con los Memorandos de Policía Federal: uno de fecha 2 de junio de 1976 (DGI Cd n° 87 “H”)
En la cual informa el encargado de inteligencia de la Sub áreas 3112, a cargo de Gendarmería Nacional, que a la hora 3:30 del día 1 de junio de 1976, en el paraje denominado Tres Cascadas, próximo a Ascochinga, se había producido un enfrentamiento entre efectivos de Gendarmería Nacional y elementos subversivos, siendo abatidos 4 hombres y 4 mujeres. Con respecto a dicho enfrentamiento, hasta ese momento, se habían identificados a siete de los muertos, a saber: Patricia Gelbspan (a) ―Patricia‖, Santiago Pereyra (a) ― Sargento Santiago‖, Ana María Ahumada ―Petiza‖, José Gómez (a) ―Simón‖ o ―Chacal‖, Alfonso Cuenca (a) ―Jorge‖, María Burgos de Luna (a) ―María‖, Alberto Ponce (a) ―El Chanchon-, faltando establecer la identidad de una mujer que luego sería identificada como Alicia Esther Heredia. Manifiesta que los causantes pertenecerían al pelotón de Asalto Caboto-Marinelli (zona sur), de la Compañía decididos de Córdoba del E.R.P., que con la acción habrían recibido un rudo golpe que indudablemente afectará seriamente la organización. Fechada: Córdoba, junio 2 de 1976 (fs. 921) y en términos generales se expide en igual sentido el Memorando de fecha 4 de junio de 1976 (DGI Cd n° 315 S.I.) (fs. 919/920). Idéntica versión es comunicada a través de los diarios-copias de los artículos publicados en el diario la Voz del Interior, de fecha sábado 5 de junio de 1976, pág. 9(fs. 1143/1135). Si bien esta identificación colabora con la investigación confirmando las identidades de los cuerpos ingresados en libro de entrada de la morgue. En relación al modo en que se producen éstas muertes, es necesario contrastar estos documentos con los testimonios brindados por ex detenidos alojados en el CCD la Perla al tiempo de éstos acontecimientos.
Piero Di Monti: refiere a fs. 986: “El 29 de mayo de 1976 el ERP organizó en Córdoba un conjunto de acciones de la agenda anti dictatorial; como respuesta, el ejército a los pocos días en un comunicado público, da por muertos a un “numeroso grupo de subversivos descubiertos en un campamento en Ascochinga”, en realidad, todos ellos fueron secuestrados por las bandas militares con anterioridad a esa fecha y alojados en “La Perla”, donde sufrieron terribles torturas.
Algunas de estas víctimas fueron: Ana Ahumada, Rodolfo Ponce, Gómez, Burgos, “Andrea” y otros cuyos nombres son de público conocimiento”. El subrayado me pertenece.
Liliana Beatriz Callizo: manifiesta a fs. 1204: “fueron secuestrados y llevados a la Perla un grupo del ERP que luego aparecieron como abatidos en un presunto enfrentamiento, en un presunto “campamento subversivo”, estas personas habían permanecido 2 o tres semanas en la Perla”. En particular, acredita ésta circunstancia el testimonio de Ana Beatriz Iliovich: quien manifiesta respecto a José Gómez: “Su cadáver apareció como muerto en un enfrentamiento y los padres lo recuperaron. A José lo llevaron junto con otros detenidos de La Perla, él era amigo mío de Bell Ville y perfectamente me acuerdo cuando se lo llevaron.
Los habían detenido la gente de La Perla, en ese grupo también se llevaron a Isabel Burgos de Luna que estaba detenida en La Perla”; “cuando a él se lo llevan para mí fue muy traumático, formaron una fila, llamaban por número a los detenidos, esa fue la primera vez que veía como el camión se llevaba gente”;
“Con respecto a las personas que aparecen muertos en Ascochinga junto a José Gómez yo tengo idea de que todos fueron sacados de La Perla, pues yo vi a diez personas en la fila. Se los llevaron de noche. Ese día nos dieron la cena temprano, apagaron las luces, prendieron una luz y empezaron a llamar por número y les hicieron hacer un trencito y recuerdo que pude espiar por la venda y lo vi a José” (fs. 1097/1098).
En el Testimonio brindado ante CONADEP. Carlos Pusetto, quien también estuvo cautivo en La Perla, refiere que los desaparecidos durábamos en un recinto, tirados en colchonetas de paja, custodiados por la Gendarmería Nacional, subalimentados, enfermos, sin noción de cuando comenzaba o terminaba el día, aterrorizados constantemente por los gritos de los torturados, o por el gemir agónico de los que perecieron allí a causa de la tortura. Aislados, solos con una incertidumbre absoluta, convertidos en cosas, en objetos con un número, “esperando cotidianamente la muerte por fusilamiento o en algunos de los fraguados “enfrentamientos” en cualquier calle” (fs. 951/952) y recuerda a fs. 959 de su testimonio a Rodolfo Ponce, Anita Ahumada como algunas de las personas asesinadas en simulacros de enfrentamiento después de haber permanecida en la Perla.
A estos testimonios se suma el de José Oscar Maldonado obrante a fs. 6835/844, Sargento de Gendarmería Nacional, quién preguntado sobre su participación en un operativo en el que se trasladaran cuerpos o se procediera al enterramiento de personas, dijo que si, que una vez, recuerda un enfrentamiento en un lugar de las sierras, de Ascochinga, para arriba, no recuerda la fecha, refiere que llegaron a la mañana, en el horario de entrar a la escuela, en la formación leyeron una lista de aproximadamente veinte suboficiales, para ir a algún lado, sin explicarles a donde iban, cuando llegaron a ese lugar, que recuerda como tres cascadas, les dicen que la noche anterior había existido un tiroteo, un enfrentamiento con los guerrilleros y que tenían que llevar los cuerpos, cargarlos en una ambulancia para llevarlos a la escuela, que desde el camino no se veían los cuerpos, eran seis o siete cuerpos -dispuestos alrededor de una carpa desarmada-, fueron subidos a una ambulancia y trasladados a la escuela y cree que entre los cuerpos había el de alguna mujer, pueden haber sido dos o tres, el resto eran hombres; todos tenían impactos de bala. Manifiesta a fs. 11.492 de su testimonio, que el hecho de Las Tres Cascadas era irregular, confesando su temor a declarar.
A su vez, las partidas de defunción dan cuenta que los fallecimientos se producen en todos los casos por la magnitud de las lesiones –copias de las actas de defunción expedidas por la municipalidad de Agua de Oro Dpto. Colón de: Adriana Ruth Gelbspan (fs. 1542), Alicia Esther Heredia (fs. 1543), reinscripción en la Municipalidad de Córdoba de la partida de defunción Alicia Esther Heredia ( fs. 1499), Hermenegildo Alfonso Cuenca (fs. 1544), José Guillermo Gómez (fs. 1545), Santiago Alberto Pereyra (fs. 1546), copia del certificado de defunción de Rodolfo Alberto Ponce (Secretaria Ministerio de Bienestar Social de la Provincia de Córdoba) certificado por el Dr. José Felipe Tavip, con fecha 1/6/76, 9:30 hs. y como causa inmediata de muerte: hemorragia masiva por múltiples heridas de bala (fs. 1687), asimismo en este caso a fs. 1686. obra copia de oficio del Jefe del Distrito Militar “Río Cuarto” dirigido a la Sra. Elsa G. de Ponce de fecha 21 de junio de 1976, a efectos de que retire en el Juzgado de Instrucción Militar del Comando del III Cuerpo de Ejército la documentación referente a la inhumación del cadáver de su hijo, copia de partida de defunción de Isabel Mercedes Burgos de Luna, de la Municipalidad de Córdoba, 1 de junio de 1976, diagnostico: heridas múltiples de bala (fs. 1497) La prueba colectada permite afirmar con el grado de probabilidad requerido en esta instancia del proceso que éste grupo de víctimas integrado por: Isabel Mercedes Burgos de (pág. 168). Luna, Adriana Ruth Gelbspan, Alicia Esther Heredia, Hermenegildo Alfonso Cuenca, José Guillermo Gómez, Ana María Ahumada y Santiago Alberto Pereyra y Rodolfo Alberto Ponce, fue sacado del lugar en el que estuvieron alojados el día 1 de junio aproximadamente, asesinados y dispuestos sus cuerpos, ya sin vida en la zona de Tres Cascadas, Localidad cercana a Ascochinga, Provincia de Córdoba, a fin de simular un enfrentamiento, conforme denominaban una – operación ventilador –
Basta agregar a toda esta investigación un ingrediente no pensado hasta enero de 2018: que en San Javier-Yacanto tiene prisión domiciliaria el verdugo de Ana María Ahumada: Luis Gustavo Diedrichs. Él, no puede traspasar la vereda de su domicilio porque está juzgado como responsable de éste, e innumerables casos de delitos de lesa humanidad. Ha sido repudiado ampliamente por los vecinos del valle de Traslasierra.
Ella está en la tumba más visible del cementerio del lugar y cada año es homenajeada por las agrupaciones de DDHH del Valle.
En marzo de 2020 los feriantes de San Javier deciden homenajear en su figura a todos los compañeros desaparecidos, mediante un mural. Se obtiene el permiso para hacerlo en una pared de la Municipalidad que da a la Feria de Artesanos.
Pero llega la pandemia y nada se puede hacer ese año. En 2021 se presenta de nuevo el proyecto y la Municipalidad gestiona una pared de la Escuela Primaria Gral. San Martin. El mejor lugar porque todxslxsalumnxs se preguntarán quien es y qué le pasó. Desde el 22 de marzo se comienza la pintada que se termina el 24 a las 17 hs, con palabras sobre quién fue Ana María Ahumada.
En 2022, para marzo y el Dia Nacional de la memoria, se presenta un proyecto de nombrar a una calle del pueblo con el nombre de esta mujer asesinada por el Terrorismo de Estado. Se acuerda por unanimidad darle su nombre a la calle del Cementerio local, donde descansan sus restos. En abril de este mismo año: lxs estudiantes de la Escuela Proa de San Pedro le ponen nombre de mujeres a cada aula del edificio escolar y una de ellas se llama Ana María Ahumada.