Hace más de 20 años elegí vivir en el Valle de Traslasierra, donde formé mi familia y eché raíces profundas, tanto en lo personal como en lo creativo. Soy ceramista, oficio que heredé de mi madre y que he hecho propio, trabajando con arcilla salvaje extraída directamente de las sierras que me rodean.

Mi principal herramienta es el torno de alfarero, con el que doy forma a piezas únicas, originales y cargadas de intención. Cada una nace del vínculo íntimo con la tierra, el paisaje y los ritmos naturales del lugar. Además, pinto acuarelas inspiradas en la flora y la fauna del valle, como una forma de observación amorosa y conexión con lo que me rodea.

Mi obra busca transmitir la paz que se siente al reconectar con la naturaleza. Creo en el arte como un puente hacia lo esencial, hacia ese espíritu que habita en todo lo vivo y que, al reconocerlo, nos devuelve a nuestra fuente y origen.